jueves, 31 de diciembre de 2015

Lo Que El Río Se Llevó.- Capítulo 9




                                                Rubén (POV)




Catalina se me quedó mirando esperando mi respuesta.


- Tan sólo conversando con Elicia.

Sus ojos me podían decir que no estaba muy satisfecha de mi respuesta.


-Tranquila Catalina, Rubén me estaba haciendo compañía y además me va ayudar a pagar mis gastos hasta que pueda hacerlo por mi misma.


- Está bien. Elicia, te he traído todo lo que he podido, por poco tu madre me pilla. 


- Gracias Catalina, a mi madre ni una palabra de esto, si te pregunta di que no sabes nada de mi.

- Bueno, mejor me apresuro antes de que la Señora se de cuenta de mi ausencia. Cuídate.

Entonces Catalina se volvió hacia mi- Como se te ocurra aprovecharte de ella yo-


Levanté mis manos - Por favor, si yo soy todo un caballero.

Tras despedirnos de Catalina, nos dirigimos  hacia la posada.




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                                                    Elicia (POV)



Cuando llegamos la Sra. Herrero se acercó a nosotros.


- Buenas noches Elicia, ¿ acaso andas ennoviada  con este zagal?


Rubén se rió y mis mejillas se tiñeron de rojo carmín.


- En realidad ella se empeña en no sucumbir a mis encantos de caballero.

La Sra. Herrero soltó una carcajada. Fulminé con la mirada a Rubén.


- Sra. Herrero nosotros no somos-

- Tranquila chiquilla, que no se lo diré a tu madre. Voy a mirar qué habitaciones me quedan.

Miró el libro de registros.

- Me queda una habitación libre con una cama de matrimonio, es bastante espaciosa.

Iba a protestar cuando Rubén volvió a interrumpirme.

- Muchas gracias, aquí tiene lo que corresponde.

- De nada jóvenes. Ah, se me olvidaba. Es Nochevieja, así que os recomiendo engalanaros. En la plaza el pueblo celebra una cena y una verbena. Espero veros allí pareja. 

Antes de irse nos guiñó un ojo. 

- Rubén, estás loco si piensas que voy a dormir en la misma cama que tú.

- No lo pienso, estoy seguro de ello. Será mejor que dejemos las cosas en la habitación y nos preparemos para la fiesta, ¿no crees princesa?

¡ Otra vez su maldita sonrisa descarada y arrogante! Cómo le odio.





                                                                                                        Continuará...


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Espero que os haya gustado el nuevo capítulo. Gracias por leerlo. Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo!

                                                       Atentamente, Arya

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sábado, 19 de diciembre de 2015

Lo Que El río Se Llevó.-Capítulo 8





                                               Elicia (POV)


- Elicia...


Me di la vuelta y me encontré con  Catalina. Se acercó y se sentó a mi lado. Me miró unos instantes antes de abrir la boca.- Señorita, ¿por qué llora? Su madre ha vuelto a casa  dando portazos. Y seguidamente se ha encerrado en su habitación. No me diga que después de tanto tiempo le ha vuelto a...

- Sí Catalina, lo ha vuelto a hacer. No aguanto más...- de repente tome una decisión.

- Elicia, ¿en qué está pensando?

- He decidido marcharme de casa.

- Pero, ¿a dónde irá? Es muy joven. Cualquier cosa podría ocurrirle.

- Tranquila, no me pasará nada. Y no me voy a ir tan lejos. Me quedaré en la posada del pueblo.
Trabajaré en la confitería de Doña Tomasa. En caso de que mi madre baje al pueblo, que no suele ser  lo común, le plantaré cara.  Catalina, intenta traerme una maleta con lo esencial, por favor. Te esperaré en la plaza.

- Claro, señorita.

- Elicia, llámame así. Y trátame de tú.

- Pero...

- Pero nada. Has sido como mi hermana desde que éramos pequeñas. Ya es hora de que me trates de igual a igual. Yo no soy más que tú, y tú no eres menos que yo.


Catalina resopló- Está bien, pero se me va a hacer difícil.

- Ya veras como te acostumbras enseguida.

-Bueno, mejor voy yendo a recoger tus cosas. No vaya a ser que tu madre me pille. Adios Elicia.

-Adios Catalina, y ten cuidado.


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                                                        Rubén (POV)



 Volvía de pasear por el campo, me encaminaba a la posada a descansar, cuando vi a Elicia  sentada en un banco sola.

Fruncí el ceño.Cuando llegué hasta ella, le pregunté- ¿Qué haces aquí sola? Pensé que ya te habías ido.

Agachó su cabeza.


Me senté a su lado, le miré por unos instantes.

-¿Qué te pasa? ¿tu madre te ha vuelto a p-

- No es eso. He decidido irme de casa.

- ¿Ya sabes a dónde vas a ir ?

- Me quedaré en la posada.

- ¿Tienes dinero para pagar la habitación?

- No...pensaba en trabajar en la confitería.

- Bueno, mientras tanto yo te puedo pagar tus gastos.

- No puedo aceptarlo.

- Sólo hasta que te puedas mantener por ti misma.

- De acuerdo...

Seguía con la cabeza abajo. Por algún extraño motivo, me molestaba verle así.

- Eh, anímate un poco. Mira el lado bueno, ahora tienes un amigo atractivo.

Pude contemplar como alzó su cabeza y me miraba con un gesto molesto.

- ¿Desde cuando eres atractivo?

Una sonrisa arrogante hizo su aparición en mi cara. No lo podía evitar. Era demasiado divertido

- Desde que te quedaste observando mi rostro aquel día, y te sonrojaste como una fresa.

- ¡Cállate! ¿por qué no te comportas como antes, tan amable, y comprensivo?

Me llevé una mano al pecho.

- ¿Es que ahora ya no soy amable y comprensivo?

- ¡Eres insoportable!

Iba a responderle cuando apareció Catalina.

- Elicia, ya tengo tus cosas.

Después dirigió su mirada a mi.

- ¿Que hace aquí con Elicia?




                                                                                              Continuará...

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Siento haberme demorado tanto en subir un capítulo, pero he estado ocupada y un poco agobiada haciendo exámenes. Prometo subir al menos una vez a la semana. De nuevo, perdón por la espera.  

                                                                                 Arya



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domingo, 13 de septiembre de 2015

Lo Que El Río Se Llevó.- Capítulo 7

                                 


                                            Elicia (POV)


Miré de nuevo a Rubén, y le di las gracias. Me compró un ramo de rosas rojas, supongo, para levantarme el ánimo. Me lo entregó, y me dijo al oído " No hay de que, recuerda que puedes contar conmigo siempre que lo necesites, Elicia". Con esto se alejó.


Yo me quedé parada en medio de la plaza, pensando en si debería volver a casa. No me creía con suficiente endereza como para enfrentarme a mi madre.

Decidí dar un paseo sin rumbo. Mis pies me llevaron a un árbol al que solía venir de niña cuando estaba triste. Me senté en sus robustas y confortables raíces y  abundantes arroyos de lágrimas empezaron a caer. Rodando por mis mejillas y regando el suelo con agua salada.

Recuerdos que creía que no volverían a la luz, salieron de su escondite. 

Imágenes de mi padre abrazándome, riendo y jugando conmigo, se agolpaban en mi mente. Le echaba de menos.

Mi padre fue siempre quién me prestaba atención. Era un hombre respetable, de noble corazón, que respetaba a los que no eran adinerados, era amable con la gente de a pie. No juzgaba a las personas  por su clase social, si no por quiénes eran.

Sin embargo, mi madre siempre había sido todo lo contrario. Una mujer fría, estricta, calculadora y con un corazón de piedra. De hecho, nunca mostraba muestras de afecto, me daba una bofetada cuando hacía algo fuera de lo "correcto". Y todo empeoró con la muerte de mi padre. Me pegaba más fuerte, y me dedicaba palabras que una madre no debería dirigir a una hija.

Con el paso de los años, dejé de luchar, me comporté como ella quería, me convertí en una persona diferente. Cesaron las bofetadas. Pero no era yo.

Hasta que hoy que exploté. No pode contenerme más. Y como era de esperar la bofetada fue su respuesta. 

- Elicia... 



                                                                                                              Continuará...






                                  
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jueves, 3 de septiembre de 2015

Lo Que El Río Se Llevó.- Capítulo 6


                                      Elicia (POV)

Al día siguiente, bajé de nuevo al pueblo a dar un paseo.  Llegué  a la plaza, había una muchacha vendiendo flores. Decidí  acercarme para ver si tenían mis flores favoritas, rosas rojas. La muchacha me sonrío dulcemente y me preguntó si me podía quedar a cargo de su puesto. Accedí gustosamente, y aproveché para aspirar el fresco aroma de rosas.


El olor de las rosas rojas me relajaba, y estaba tan concentrada en él, que no me di cuenta de que alguien se me acercaba.




                                   Rubén (POV)

Estaba caminando alrededor del pueblo para familiarizarme con sus calles y su gente. Las tripas me rugieron y decidí dirigirme a la casa de comidas de la plaza., cuando me encontré con Elicia.


Se encontraba con los ojos cerrados y sujetando unas rosas rojas cerca de su cara. Tenía una expresión de calma en su rostro. Una idea pasó por mi mente.

Sonreí maliciosamente mientras me acercaba a Elicia por su espalda. Me detuve  a unos pocos centímetros de su cuerpo. 

Acerque mi boca a su oído y volví a sonreír antes de decir -  Señorita, le aseguro que sus mejillas van a estar más rojas que esas rosas en unos instantes.

Elicia dio un brinco, y se volvió hacia mi. Iba a decir algo, cuando se dio cuenta de su terrible error. Nos encontrábamos ahora a pocos centímetros de distancia. Observé como ella lentamente levantaba su cabeza para mirarme. Pude ver con satisfacción, que efectivamente sus mejillas estaban sonrojadas  y no pude evitar esbozar una sonrisa arrogante.


Ella, tras minutos de quedarse callada, abrió su boca- Y-yo ...


Me acerqué más si es que era posible y me disponía a decirle algo cuando...


- ¡Elicia! ¿Qué haces con este mero hombre de pueblo?

- M-madre, yo no...

-Ni te atrevas a abrir tu boca. Ya estoy harta de que te juntes con el populacho.  Como esa mosquita muerta de la hija del molinero.

Elicia se acercó a su madre y le contestó - ¡Ya basta madre, no tiene ningún derecho a ir despreciando a los demás, solo por que no sean adinerados! Y cálle-

No pudo seguir hablando por que su madre le abofeteó.

-No te atrevas a hablar así a tu madr-

Me puse delante de Elicia, y le contesté a su madre - Y usted no se atreva a dañar a su hija. Por el rabillo de mis ojos pude ver como Elicia parecía sorprendida. Volví a mirar a su madre.

-...- La madre de Elicia suspiró y se fue.


Me giré hacia Elicia, quien tenía ahora sus ojos brillosos y su delicada mejilla roja por la bofetada de su madre. Acerqué mi mano a su mejilla y la acaricié suavemente.

-¿ Está bien señorita ?

Ella me miró de nuevo, y me dio las gracias. Para subirle el ánimo decidí comprarle un ramo de rosas rojas. Se lo entregué, y le dije al oído " No hay de que, recuerda que puedes contar conmigo siempre que lo necesites, Elicia". Y  me alejé.




                                                         ....




                                                                                                              Continuará...






                                 
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lunes, 6 de julio de 2015

Lo Que El Río Se Llevó. - Capítulo 5

Catalina me abrió la puerta y se hizo a un lado para dejarme pasar. Dejé mi chal y mi sombrero en la mesita de la entrada.

- Discúlpeme señorita Elicia pero ¿por qué ha tardado tanto en regresar? Ya es la hora de comer.

Me disponía a resPonder cuando mi madre irrumpió en el vestíbulo y fijó su mirada en mí.

- Elicia hija mía, ¿por qué te has demorado tanto en llegar? La comida ya está servida.

-Lo siento madre, pero es que me he detenido a hablar con Rosa, la hija del molinero.

Mi madre suspiró .- Elicia sabes de sobra que no me gusta que te juntes con el populacho.

Esto me hizo cabrear. Rosa era una muchacha de mi edad, hija del molinero del pueblo. Aunque no había nacido en una familia acaudalada, era una chica educada. Era mi mejor amiga junto con Catalina. Me disgustaba que mi madre hablase así de ella.

- Se me ha quitado el apetito, me retiro a descansar.

Y con estas palabras subí las escaleras y subí a mi habitación.

Me descalcé y me lancé a la cama. Oculté mi cara en la almohada y solté un grito de rabia.

Decidí apartar los pensamientos y dejar la mente en blanco para relajarme.

Pero a los pocos minutos, apareció el rostro de aquel canalla, grosero, creído, irrespetuoso, maleducado, atractivo, moreno, con ojos verdes que te atrapaban y... ¡Un momento! ¡¿ Por qué estoy pensando en Rubén ?!

- No lo sé, dígamelo usted señorita.

- ¡Catalina!

- Lo siento Elicia. Pero usted debería de tener más cuidado, y no pensar en voz alta. Su madre podría enterarse de que le gusta aquel muchacho y... 

- ¡Qué! A mí nunca me gustaría ese canalla. Preferiría mil veces a un sapo.

Catalina se me quedó mirando sin saber que decir.

- Debería irme, que descanse señorita.

Y sin más salió y cerró la puerta.

Solté otro suspiro y cerré los ojos.










                                                                                CONTINUARÁ... 





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domingo, 28 de junio de 2015

El Relato Breve de la Vida





Abro mi diario con bolígrafo en mano. Un bolígrafo para escribir mi vida. A diferencia del lápiz, no se puede borrar. Seguramente  vosotros, los lectores, direis que se puede usar típex. ¿Pero por qué estoy diciendo esto?

Pues porque la vida pasa, y no se puede volver hacia atrás. Los hechos se quedan grabados en el pasado. Cometemos errores, no podemos borrarlos. Hay algunos que simplemente deciden olvidarlos como si nunca hubiesen ocurrido, esos serían lo
s que usan el típex.

Yo personalmente prefiero la tinta del bolígrafo, prefiero cometer faltas de ortografía, y verlas para aprender y que no volverlas a cometer. Prefiero cometer errores, acordarme de todos ellos para evitarlos en un futuro. Pero no todos los errores se pueden evitar, siempre habrá algo que hagas mal. No siempre todas las historias que escribas serán perfectas. No somos perfectos, somos seres humanos. Nos pasamos toda nuestra existencia intentando llevar una vida perfecta. Para cuando nos damos cuenta, nuestro tiempo en la Tierra ha expirado.

Perdemos el tiempo intentando ser perfectos, cuando deberíamos dedicarnos a disfrutar y vivir cada segundo  de nuestra vida como si fuese el ultimo. Deberíamos sentir el placer de respirar, de sentir, de existir. No es necesario dinero ni poder. Desde el más insignificante detalle al más importante cuenta.

Porque la vida es como un relato breve, hay que disfrutarla, como cada letra de cada sílaba de cada palabra de cada línea. Como cada segundo de cada momento de cada día. 



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miércoles, 17 de junio de 2015

Lo que puede hacer pensar un simple árbol





Una tarde como otra cualquiera, me encontraba mirando por la ventana. Esta vez fijé mi vista en un árbol.

Me encontré sumergida en lo más profundo de mi mente.

Me pregunté cuántos árboles habría en ese instante en el mundo. Puede que a simple vista parezca una tontería pero, ¿habrá tantas vidas humanas cómo árboles en el mundo?

Y sustituyendo cada árbol por una vida humana, me pregunté...
¿Cuántos árboles
crecen? ¿Cuántos se protegen? ¿Cuántos se destruyen a manos humanas? ¿Cuántos quedan? ¿Cuántos quedarán a este ritmo egoísta de ansiar más tierras?

Lo que más me pregunto es, ¿quedará alguno en el futuro?






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sábado, 23 de mayo de 2015

Lo Que El Río Se Llevó.- Capítulo 4


Lo que no me esperaba es que me besara la mano. Me sonrojé de nuevo. Él rió suavemente, y conectó su verde mirada con la mía. Me quedé embobada mirándole por segunda vez en el mismo día.
Hasta que salí del encantamiento de sus ojos y algo se me ocurrió.  Le miré de soslayo y me percaté de qué seguía mirándome.
Sonreí con malicia y le pregunté- Pero mire quien es ahora el que se queda embobado mirándome.
Rubén pareció sorprendido, no parecía esperar que le respondiese con lo mismo que él. Su cara era  tan divertida que no pude evitar soltar una carcajada.
Él seguía con la boca abierta.
- Cierre la boca que le van a entrar moscas.
Solté otra carcajada. Él seguía con sus ojos verdes puestos en mí.
- Que tenga un buen día.
Y con estas palabras me encaminé de regreso a casa.
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               Rubén POV
Besé la mano de Elicia al mismo tiempo que le miraba.
Pareció no esperárselo y pude ver como se sonrojaba. Esto me hizo sonreír. Solté su mano y le  miré a sus preciosos ojos.
Ese fue el momento de mi perdición sus ojos me absorbían. Elicia verdaderamente era una hermosa dama. De la belleza digna de una diosa griega.
- Pero mire quien es ahora el que se queda embobado mirándome.
La melodiosa voz de Elicia me sacó de mi ensoñación.  Sus palabras me sorprendieron. Me había devuelto mis anteriores palabras. Me quedé con la boca abierta, intentaba pensar en algo que responderle, pero nada se formaba en mi mente.
- Cierre la boca que le van a entrar moscas.
Volvió a soltar otra carcajada. Yo no dejaba de observarla.
-Que tenga un buen día.
Y antes de que pudiese contestarle abandonó el lugar.
Seguí mirandole hasta que desapareció de mi vista.
De seguro que este pueblo  era interesante.
                               Continuará...
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viernes, 15 de mayo de 2015

Lo Que El Río Se Llevó.- Capítulo 3




Mientras me alejaba, notaba como el joven clavaba su mirada en mi espalda. Y también me pareció escucharle decir "Nunca se sabe, señorita..."

Sacudí mi cabeza, seguro que eran imaginaciones mías. Ese muchacho era un arrogante, sinvergüenza, y sobretodo un irrespetuoso.

- Elicia, ya hemos llegado a la iglesia, deberíamos ir entrando.- me avisó Catalina sacandome de mis pensamientos.

- Es verdad, vamos.


Una vez dentro de la iglesia nos dirigimos al banco donde estaba sentada mi madre.Quién tenía el ceño fruncido, supe que estaba molesta. Suspirando, me senté junto a mi madre.

- ¿Se puede saber dónde estabas, Elicia?

- Lo siento madre, pero...

- Nada de peros, y ahora silencio que el padre Mamerto va a dar inicio la misa.


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Después de la misa, mi madre se fue a confesar mientras tanto Catalina y yo nos fuimos a pasear por la plaza del pueblo.

- Señorita, que le parece si nos acercamos a la confitería de Doña Tomasa a comprar unas pastas para el té.

-Buena idea.

Entramos a la confitería, inmediatamente un delicioso olor dulce entró por mis fosas nasales.

-Buenos días querida Elicia. ¿Qué va a ser esta vez?

-Buenos días Doña Tomasa, esta vez quiero 1 kilo de pastas de almendra, medio de piñones, otro medio kilo de chocolate, y....  20 magdalenas de chocolate, por favor.

-Pero señorita su madre le dijo que no tenía que comer tanto...

Doña Tomasa soltó una carcajada, y con una amable y cariñosa sonrisa dijo- Tranquila Catalina, siempre se puede esconder, además no es nada malo. Si quieres también te pongo 20 rosquillas para ti, invita la casa.

-Muchísimas gracias, pero prefiero pagarlo. ¿Cuánto es?

-No te preocupes, lo cargaré a la cuenta del Palacete Montalbán.

-Hasta luego, Doña Tomasa

-Adiós niñas.

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Salimos de la confitería y le entregué los dulces a Catalina.

- Catalina, lleva los dulces a casa y esconde las magdalenas y las rosquillas para que mi madre no las encuentre. Yo me quedaré en el pueblo.

- Ahora mismo, señorita Elicia.


Me dí la vuelta y me dispuse a echar un vistazo a un puesto de telas. Tal vez podría hacerme un vestido.
Observé las telas hasta que una color turquesa con bordados plateados me llamó la atención.
Hasta que una voz masculina me sobresaltó.

- Vaya, vaya, ya sabía yo que nos volveríamos a encontrar señorita. Y por lo que veo, apenas han transcurrido un par de horas.

Maldita sea mi suerte. ¿Qué hacía él aquí? ¿Acaso nos habría seguido? 

- ¿Qué hace usted aquí?

- ¿Acaso no puedo buscar un sitio en el que vivir? ¿O es que piensa que le he estado siguiendo, señorita?
¿Quiere usted que le vuelva a abrazar?

Ante este comentario no pude evitar sonrojarme. ¡Definitivamente era un arrogante! Cuando el muchacho vio mi sonrojo volvió a sonreír con sorna.

- Le pongo nerviosa , y no se atreva a  negarlo, señorita Orgullosa.

- Ese no es mi nombre, señor Arrogante

Él soltó una carcajada y me preguntó- Entonces, ¿cual es su nombre mi señorita?

-Me llamo Elicia Montalbán. Y no soy su señorita.

El muy infeliz seguía con su arrogante sonrisa plasmada en su cara.

- Yo soy Rubén Ribera, un placer señorita Montalbán.

Lo que no me esperaba es que me besara la mano. Me sonrojé de nuevo. Él rió suavemente, y conectó su verde mirada con la mía. Me quedé embobada mirándole por segunda vez en el mismo día.


                                                                     
                                                                                                Continuará...



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sábado, 2 de mayo de 2015

Lo Que El Río Se Llevó.- Capítulo 2

-¿Se encuentra usted bien, señorita?

Lentamente alcé mis ojos y me encontré con  un par de ojos verdes que me miraban  entre la preocupación y la curiosidad.


Por unos instantes me quedé entre sus fuertes brazos admirando su profunda mirada. Hasta que una voz masculina me sacó de mi ensimismamiento.

-Señorita, ¿ha regresado ya de su viaje por las nubes?

Al instante noté que todo el calor de mi cuerpo se acumulaba en mis mejillas dejando ver un inminente rojo.
No sabía que decir-Y-yo...- estaba avergonzada.

El joven de los verdes ojos me dedicó una sonrisa arrogante. Entonces es cuando me dí cuenta de que estaba burlandose de mí. Inmediatamente, me solté de su abrazo y le empujé para alejarlo de mí.


-¡PERO CÓMO SE ATREVE A HABLARLE DE TAMAÑA FORMA A UNA SEÑORITA CÓMO YO! Debería de aprender unos modales.

El muy canalla solo se puso a reírse a carcajadas. Le fulminé con mi mirada. Fue cuando noté cómo iba vestido. Llevaba una camisa blanca desabrochada, aunque parecía vieja; unos pantalones negros polvorientos y un poco desgastados; unas botas de cuero oscuras que le llegaban a las rodillas y estaban manchadas de barro. 

Contemplé su rostro, tenía unas facciones fuertes pero atractivas, éstas estaban enmarcadas con su cabello castaño oscuro que lo tenía un poco largo. Era joven, a lo mejor un par de años mayor que yo. Luego recorrí su cuerpo de estatura alta, espalda ancha, abdominales fuertes, sus brazos y piernas también fuertes y musculosos, pero en armonía con el resto de su cuerpo. Su piel era morena, por el trabajo físico, supuse. Pero esto no hizo más que resaltar aún más su atractivo. Parecía un dios griego.

-¿Admirando la vista, señorita?- preguntó el muchacho con sorna.

Sacudí mi cabeza, no debería pensar en esas cosas, era una señorita, y como tal me comportaría.

- No continuaré esta conversación con usted, ya que no tiene ningún sentido hablar con alguien tan grosero como usted - respondí intentando que mi voz fuese lo más fría e indiferente.

- No creo que esa sea la razón por la que usted quiere terminar esta conversación. Si me lo permite, me atrevería a decir que le pongo nerviosa, ¿no es así, señorita correcta?

Me disponía a responder cuando la voz de Catalina me interrumpió.

-Señorita Elicia, le he estado buscando. Creí que había caído al río. Además, si no nos apresuramos llegaremos tarde a misa. Por no hablar de que su madr-

- Ya basta Catalina, ya sé a lo que te refieres. Marchémonos ya.

Catalina bajó la cabeza- Sí señorita.

Nos íbamos a dar la vuelta cuando el muchacho nos interrumpió.

-Acaso no va usted a despedirse de mí, ¿señorita?

-¿Lo conoce?- me preguntó Catalina, decidí ignorar su pregunta y fijar mi vista en el canalla.

-No merece la pena despedirse de alguien a quien no voy a volver a ver, ni tengo intención de relacionarme.- repuse.

Con esto me dí la vuelta encaminándome a la iglesia ya que era demasiado tarde como para llegar a casa a tiempo.

Mientras me alejaba, notaba como el joven clavaba su mirada en mi espalda. Y también me pareció escucharle decir "Nunca se sabe, señorita..."





                                                                                                              Continuará...





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viernes, 24 de abril de 2015

Lo Que El Río Se Llevó.-Capitulo 1.

Un año antes...


                                                                                                       Domingo 16 de abril, 1895

Me desperté con los primeros rayos del día. Froté mis ojos perezosamente, y me incorporé.

- Debería dormir algo más ya que es temprano, aunque...
  
Abrí mis expresivos ojos. Hoy era mi cumpleaños. Inmediatamente llamé a gritos a mi doncella, Catalina. Una muchacha de unos diecisiete años, dulce, amable y alegre, aunque un poco tímida.


Escuché pasos apresurados acercándose a mi puerta. Apenas unas milésimas de segundos más tarde, Catalina irrumpió en mi gran habitación. La observé tomando un respiro, supuse que se debía a su carrera subiendo las escaleras. Me sentí un poco culpable, al ver su traje apenas colocado debidamente.

-¿ Me estaba llamando, señorita?
- Sí, Catalina. Pero siéntate un momento y recobra la respiración.
-Gracias señorita.
-Señorita no, Catalina. Te he dicho cientos de veces que me llames Elicia cuando estemos a solas. ¿Ha quedado claro?
-Sí señorit...¡digo Elicia!
- Es igual, necesito que me prepares un baño caliente. Ah, y con jabón de lavanda.
-En seguida lo tendré listo.

Diez minutos más tarde ya estaba disfrutando de un relajante baño. Me quedé dentro una media hora. Salí y me preparé para bajar a desayunar.

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En el salón me encontré con mi madre, quién me felicitó.

-Querida hija, hoy cumples dieciséis años. Ya estás hecha toda una dama.
-Gracias madre.
-Tengo algo que darte, Elicia.- Sacó una caja delicadamente envuelta en  papel color marfil. Lo cogí y fui desatando el lazo dorado. Cuando abrí la caja, mi boca se abrió de pura admiración.

-Madre, es un colgante hermoso.
-Tu padre lo compró para ti. Antes de morir me dijo que te lo diese en tu decimosexto cumpleaños. 

Era  un colgante con un zafiro en forma de corazón, colgaba de una cadena fina de plata.

-Lo podrás lucir en la misa de esta mañana. Todavía es pronto.¿ Por qué no vas a dar una vuelta por las orillas del río con tu doncella ?

-Así lo haré madre. Volveré pronto. Catalina, vamos.
-Sí señorita.

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Una vez en las orillas del río empezamos a caminar. Catalina se detuvo a recoger unas flores. Yo decidí alejarme un poco.

Iba tan ensimismada viendo las diversas formas de las nubes, que no me di cuenta dónde puse el pie.

Resbalé. Solté un grito y cerré mis ojos, esperando el inminente golpe. Pero nunca llegó. Sentí unos cálidos y fuertes brazos sosteniéndome. 

-¿Se encuentra usted bien, señorita?

Lentamente alcé mis ojos y me encontré con...
                                             
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                                                                                                  Continuará....



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viernes, 17 de abril de 2015

Lo Que El Río Se Llevó.-Prólogo


Irrumpí en el gran vestíbulo de mi casa. Me dirigía hacia las escaleras cuando una voz suave pero autoritaria me detuvo.

-Elicia.- me di la vuelta y me encontré con mi madre-¿A dónde vas tan presurosa?

 Me quedé parada unos segundos elaborando una respuesta coherente, pero solo le respondí-Madre, yo...- No la pude responder porque lágrimas amenazaban con abandonar mis ojos y explorar mis mejillas.

 Me apresuré a subir las escaleras lo más rápido que me permitiesen mis piernas. Entré en mi habitación, saqué las llaves y cerré la puerta para que nadie pudiese molestarme.

Quedé estática en el centro de mi habitación durante unos minutos. Me abalancé sobre la cama y me dispuse a llorar.
Sentía un dolor inmenso e infinito en mi pecho, mi corazón estaba resquebrajado en miles de pedazos. Sentía como si me atravesaran el pecho millones de lanzas a la vez.

Esta noche mi corazón murió.



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domingo, 12 de abril de 2015

Un sábado por la mañana

Creo que estoy dormida. Hay una  luz blanca y pura por todas partes. Noto una cálida y suave sensación que me envuelve. Giro a mi alrededor, todo es blanco. Me quedo quieta por unos segundos hasta que todo se vuelve negro.

Abro mis ojos castaños repentinamente. Observo un cielo blanco, miro a los laterales y veo un conocido color púrpura. Entonces es cuando me doy cuenta de que todo ha sido un sueño y que me encuentro en mi habitación.

Vuelvo ligeramente mi cabeza a la derecha. Son las 7 de la mañana. Me levanto tranquilamente. Observo mis pies descalzos, mientras pienso en lo afortunada que soy en no tener que trabajar hoy. Cuando por fin salgo de mis pensamientos, me doy cuenta de que me he puesto mi chándal favorito y mis deportivas moradas, inconscientemente.

Debería desayunar, pero no tengo hambre. Decido salir de casa para tomar aire fresco.Cojo mi libro favorito y las llaves, no necesito nada más. Necesito desconectar de toda una semana de estrés. Antes de salir cierro la puerta con llave.

Una vez fuera de casa, disfruto de la suave brisa que alborota mi largo cabello negro y acaricia mi cara.
Echo a andar. Dejo que mis pies me guíen. Pasan unos diez minutos hasta que éstos se detienen. He llegado a  mi sitio favorito.

Un árbol de cerezo. Mi árbol de cerezo. De pequeña siempre venía a este maravilloso lugar a leer mil libros.
Actualmente, casi no tengo tiempo para leer. Pero eso no implica que ya no me guste, es más, mi amor hacia la lectura se ha incrementado hasta ser infinito.

Saco mi libro y me acomodo en las raíces de mi querido cerezo. Siento cómo me abraza. Empiezo a leer la primera página. Inmediatamente siento mil olas de emoción y me veo inmersa en la historia.


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jueves, 9 de abril de 2015

Mil olas, por las miles de palabras que salen de tu boca  al cabo del día, los miles de pensamientos que no te dejan dormir por la noche, las miles de personas que sonríen o lloran en un día, las miles de veces que la persona que te ama te dice "te quiero", los miles de libros que te lees en una vida, o las miles de ilusiones que yo tengo.

Una historia, en la que se fusionan todas estas olas, en la que tengo mil vidas, que son eternas, cada una diferente, pero todas iguales a la vez.

Porque todas fluyen de mí, de Arya Twell.