domingo, 13 de septiembre de 2015

Lo Que El Río Se Llevó.- Capítulo 7

                                 


                                            Elicia (POV)


Miré de nuevo a Rubén, y le di las gracias. Me compró un ramo de rosas rojas, supongo, para levantarme el ánimo. Me lo entregó, y me dijo al oído " No hay de que, recuerda que puedes contar conmigo siempre que lo necesites, Elicia". Con esto se alejó.


Yo me quedé parada en medio de la plaza, pensando en si debería volver a casa. No me creía con suficiente endereza como para enfrentarme a mi madre.

Decidí dar un paseo sin rumbo. Mis pies me llevaron a un árbol al que solía venir de niña cuando estaba triste. Me senté en sus robustas y confortables raíces y  abundantes arroyos de lágrimas empezaron a caer. Rodando por mis mejillas y regando el suelo con agua salada.

Recuerdos que creía que no volverían a la luz, salieron de su escondite. 

Imágenes de mi padre abrazándome, riendo y jugando conmigo, se agolpaban en mi mente. Le echaba de menos.

Mi padre fue siempre quién me prestaba atención. Era un hombre respetable, de noble corazón, que respetaba a los que no eran adinerados, era amable con la gente de a pie. No juzgaba a las personas  por su clase social, si no por quiénes eran.

Sin embargo, mi madre siempre había sido todo lo contrario. Una mujer fría, estricta, calculadora y con un corazón de piedra. De hecho, nunca mostraba muestras de afecto, me daba una bofetada cuando hacía algo fuera de lo "correcto". Y todo empeoró con la muerte de mi padre. Me pegaba más fuerte, y me dedicaba palabras que una madre no debería dirigir a una hija.

Con el paso de los años, dejé de luchar, me comporté como ella quería, me convertí en una persona diferente. Cesaron las bofetadas. Pero no era yo.

Hasta que hoy que exploté. No pode contenerme más. Y como era de esperar la bofetada fue su respuesta. 

- Elicia... 



                                                                                                              Continuará...






                                  
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jueves, 3 de septiembre de 2015

Lo Que El Río Se Llevó.- Capítulo 6


                                      Elicia (POV)

Al día siguiente, bajé de nuevo al pueblo a dar un paseo.  Llegué  a la plaza, había una muchacha vendiendo flores. Decidí  acercarme para ver si tenían mis flores favoritas, rosas rojas. La muchacha me sonrío dulcemente y me preguntó si me podía quedar a cargo de su puesto. Accedí gustosamente, y aproveché para aspirar el fresco aroma de rosas.


El olor de las rosas rojas me relajaba, y estaba tan concentrada en él, que no me di cuenta de que alguien se me acercaba.




                                   Rubén (POV)

Estaba caminando alrededor del pueblo para familiarizarme con sus calles y su gente. Las tripas me rugieron y decidí dirigirme a la casa de comidas de la plaza., cuando me encontré con Elicia.


Se encontraba con los ojos cerrados y sujetando unas rosas rojas cerca de su cara. Tenía una expresión de calma en su rostro. Una idea pasó por mi mente.

Sonreí maliciosamente mientras me acercaba a Elicia por su espalda. Me detuve  a unos pocos centímetros de su cuerpo. 

Acerque mi boca a su oído y volví a sonreír antes de decir -  Señorita, le aseguro que sus mejillas van a estar más rojas que esas rosas en unos instantes.

Elicia dio un brinco, y se volvió hacia mi. Iba a decir algo, cuando se dio cuenta de su terrible error. Nos encontrábamos ahora a pocos centímetros de distancia. Observé como ella lentamente levantaba su cabeza para mirarme. Pude ver con satisfacción, que efectivamente sus mejillas estaban sonrojadas  y no pude evitar esbozar una sonrisa arrogante.


Ella, tras minutos de quedarse callada, abrió su boca- Y-yo ...


Me acerqué más si es que era posible y me disponía a decirle algo cuando...


- ¡Elicia! ¿Qué haces con este mero hombre de pueblo?

- M-madre, yo no...

-Ni te atrevas a abrir tu boca. Ya estoy harta de que te juntes con el populacho.  Como esa mosquita muerta de la hija del molinero.

Elicia se acercó a su madre y le contestó - ¡Ya basta madre, no tiene ningún derecho a ir despreciando a los demás, solo por que no sean adinerados! Y cálle-

No pudo seguir hablando por que su madre le abofeteó.

-No te atrevas a hablar así a tu madr-

Me puse delante de Elicia, y le contesté a su madre - Y usted no se atreva a dañar a su hija. Por el rabillo de mis ojos pude ver como Elicia parecía sorprendida. Volví a mirar a su madre.

-...- La madre de Elicia suspiró y se fue.


Me giré hacia Elicia, quien tenía ahora sus ojos brillosos y su delicada mejilla roja por la bofetada de su madre. Acerqué mi mano a su mejilla y la acaricié suavemente.

-¿ Está bien señorita ?

Ella me miró de nuevo, y me dio las gracias. Para subirle el ánimo decidí comprarle un ramo de rosas rojas. Se lo entregué, y le dije al oído " No hay de que, recuerda que puedes contar conmigo siempre que lo necesites, Elicia". Y  me alejé.




                                                         ....




                                                                                                              Continuará...






                                 
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