Domingo 16 de abril, 1895
Me desperté con los primeros rayos del día. Froté mis ojos perezosamente, y me incorporé.
- Debería dormir algo más ya que es temprano, aunque...
Abrí mis expresivos ojos. Hoy era mi cumpleaños. Inmediatamente llamé a gritos a mi doncella, Catalina. Una muchacha de unos diecisiete años, dulce, amable y alegre, aunque un poco tímida.
Escuché pasos apresurados acercándose a mi puerta. Apenas unas milésimas de segundos más tarde, Catalina irrumpió en mi gran habitación. La observé tomando un respiro, supuse que se debía a su carrera subiendo las escaleras. Me sentí un poco culpable, al ver su traje apenas colocado debidamente.
-¿ Me estaba llamando, señorita?
- Sí, Catalina. Pero siéntate un momento y recobra la respiración.
-Gracias señorita.
-Señorita no, Catalina. Te he dicho cientos de veces que me llames Elicia cuando estemos a solas. ¿Ha quedado claro?
-Sí señorit...¡digo Elicia!
- Es igual, necesito que me prepares un baño caliente. Ah, y con jabón de lavanda.
-En seguida lo tendré listo.
Diez minutos más tarde ya estaba disfrutando de un relajante baño. Me quedé dentro una media hora. Salí y me preparé para bajar a desayunar.
........................................................................................................................................
En el salón me encontré con mi madre, quién me felicitó.
-Querida hija, hoy cumples dieciséis años. Ya estás hecha toda una dama.
-Gracias madre.
-Tengo algo que darte, Elicia.- Sacó una caja delicadamente envuelta en papel color marfil. Lo cogí y fui desatando el lazo dorado. Cuando abrí la caja, mi boca se abrió de pura admiración.
-Madre, es un colgante hermoso.
-Tu padre lo compró para ti. Antes de morir me dijo que te lo diese en tu decimosexto cumpleaños.
Era un colgante con un zafiro en forma de corazón, colgaba de una cadena fina de plata.
-Lo podrás lucir en la misa de esta mañana. Todavía es pronto.¿ Por qué no vas a dar una vuelta por las orillas del río con tu doncella ?
-Así lo haré madre. Volveré pronto. Catalina, vamos.
-Sí señorita.
........................................................................................................................................
Una vez en las orillas del río empezamos a caminar. Catalina se detuvo a recoger unas flores. Yo decidí alejarme un poco.
Iba tan ensimismada viendo las diversas formas de las nubes, que no me di cuenta dónde puse el pie.
Resbalé. Solté un grito y cerré mis ojos, esperando el inminente golpe. Pero nunca llegó. Sentí unos cálidos y fuertes brazos sosteniéndome.
-¿Se encuentra usted bien, señorita?
Lentamente alcé mis ojos y me encontré con...
_
_
_
Continuará....
Y en Google +: https://plus.google.com/114726334547735990267/posts