jueves, 3 de septiembre de 2015

Lo Que El Río Se Llevó.- Capítulo 6


                                      Elicia (POV)

Al día siguiente, bajé de nuevo al pueblo a dar un paseo.  Llegué  a la plaza, había una muchacha vendiendo flores. Decidí  acercarme para ver si tenían mis flores favoritas, rosas rojas. La muchacha me sonrío dulcemente y me preguntó si me podía quedar a cargo de su puesto. Accedí gustosamente, y aproveché para aspirar el fresco aroma de rosas.


El olor de las rosas rojas me relajaba, y estaba tan concentrada en él, que no me di cuenta de que alguien se me acercaba.




                                   Rubén (POV)

Estaba caminando alrededor del pueblo para familiarizarme con sus calles y su gente. Las tripas me rugieron y decidí dirigirme a la casa de comidas de la plaza., cuando me encontré con Elicia.


Se encontraba con los ojos cerrados y sujetando unas rosas rojas cerca de su cara. Tenía una expresión de calma en su rostro. Una idea pasó por mi mente.

Sonreí maliciosamente mientras me acercaba a Elicia por su espalda. Me detuve  a unos pocos centímetros de su cuerpo. 

Acerque mi boca a su oído y volví a sonreír antes de decir -  Señorita, le aseguro que sus mejillas van a estar más rojas que esas rosas en unos instantes.

Elicia dio un brinco, y se volvió hacia mi. Iba a decir algo, cuando se dio cuenta de su terrible error. Nos encontrábamos ahora a pocos centímetros de distancia. Observé como ella lentamente levantaba su cabeza para mirarme. Pude ver con satisfacción, que efectivamente sus mejillas estaban sonrojadas  y no pude evitar esbozar una sonrisa arrogante.


Ella, tras minutos de quedarse callada, abrió su boca- Y-yo ...


Me acerqué más si es que era posible y me disponía a decirle algo cuando...


- ¡Elicia! ¿Qué haces con este mero hombre de pueblo?

- M-madre, yo no...

-Ni te atrevas a abrir tu boca. Ya estoy harta de que te juntes con el populacho.  Como esa mosquita muerta de la hija del molinero.

Elicia se acercó a su madre y le contestó - ¡Ya basta madre, no tiene ningún derecho a ir despreciando a los demás, solo por que no sean adinerados! Y cálle-

No pudo seguir hablando por que su madre le abofeteó.

-No te atrevas a hablar así a tu madr-

Me puse delante de Elicia, y le contesté a su madre - Y usted no se atreva a dañar a su hija. Por el rabillo de mis ojos pude ver como Elicia parecía sorprendida. Volví a mirar a su madre.

-...- La madre de Elicia suspiró y se fue.


Me giré hacia Elicia, quien tenía ahora sus ojos brillosos y su delicada mejilla roja por la bofetada de su madre. Acerqué mi mano a su mejilla y la acaricié suavemente.

-¿ Está bien señorita ?

Ella me miró de nuevo, y me dio las gracias. Para subirle el ánimo decidí comprarle un ramo de rosas rojas. Se lo entregué, y le dije al oído " No hay de que, recuerda que puedes contar conmigo siempre que lo necesites, Elicia". Y  me alejé.




                                                         ....




                                                                                                              Continuará...






                                 
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