sábado, 23 de mayo de 2015

Lo Que El Río Se Llevó.- Capítulo 4


Lo que no me esperaba es que me besara la mano. Me sonrojé de nuevo. Él rió suavemente, y conectó su verde mirada con la mía. Me quedé embobada mirándole por segunda vez en el mismo día.
Hasta que salí del encantamiento de sus ojos y algo se me ocurrió.  Le miré de soslayo y me percaté de qué seguía mirándome.
Sonreí con malicia y le pregunté- Pero mire quien es ahora el que se queda embobado mirándome.
Rubén pareció sorprendido, no parecía esperar que le respondiese con lo mismo que él. Su cara era  tan divertida que no pude evitar soltar una carcajada.
Él seguía con la boca abierta.
- Cierre la boca que le van a entrar moscas.
Solté otra carcajada. Él seguía con sus ojos verdes puestos en mí.
- Que tenga un buen día.
Y con estas palabras me encaminé de regreso a casa.
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               Rubén POV
Besé la mano de Elicia al mismo tiempo que le miraba.
Pareció no esperárselo y pude ver como se sonrojaba. Esto me hizo sonreír. Solté su mano y le  miré a sus preciosos ojos.
Ese fue el momento de mi perdición sus ojos me absorbían. Elicia verdaderamente era una hermosa dama. De la belleza digna de una diosa griega.
- Pero mire quien es ahora el que se queda embobado mirándome.
La melodiosa voz de Elicia me sacó de mi ensoñación.  Sus palabras me sorprendieron. Me había devuelto mis anteriores palabras. Me quedé con la boca abierta, intentaba pensar en algo que responderle, pero nada se formaba en mi mente.
- Cierre la boca que le van a entrar moscas.
Volvió a soltar otra carcajada. Yo no dejaba de observarla.
-Que tenga un buen día.
Y antes de que pudiese contestarle abandonó el lugar.
Seguí mirandole hasta que desapareció de mi vista.
De seguro que este pueblo  era interesante.
                               Continuará...
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viernes, 15 de mayo de 2015

Lo Que El Río Se Llevó.- Capítulo 3




Mientras me alejaba, notaba como el joven clavaba su mirada en mi espalda. Y también me pareció escucharle decir "Nunca se sabe, señorita..."

Sacudí mi cabeza, seguro que eran imaginaciones mías. Ese muchacho era un arrogante, sinvergüenza, y sobretodo un irrespetuoso.

- Elicia, ya hemos llegado a la iglesia, deberíamos ir entrando.- me avisó Catalina sacandome de mis pensamientos.

- Es verdad, vamos.


Una vez dentro de la iglesia nos dirigimos al banco donde estaba sentada mi madre.Quién tenía el ceño fruncido, supe que estaba molesta. Suspirando, me senté junto a mi madre.

- ¿Se puede saber dónde estabas, Elicia?

- Lo siento madre, pero...

- Nada de peros, y ahora silencio que el padre Mamerto va a dar inicio la misa.


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Después de la misa, mi madre se fue a confesar mientras tanto Catalina y yo nos fuimos a pasear por la plaza del pueblo.

- Señorita, que le parece si nos acercamos a la confitería de Doña Tomasa a comprar unas pastas para el té.

-Buena idea.

Entramos a la confitería, inmediatamente un delicioso olor dulce entró por mis fosas nasales.

-Buenos días querida Elicia. ¿Qué va a ser esta vez?

-Buenos días Doña Tomasa, esta vez quiero 1 kilo de pastas de almendra, medio de piñones, otro medio kilo de chocolate, y....  20 magdalenas de chocolate, por favor.

-Pero señorita su madre le dijo que no tenía que comer tanto...

Doña Tomasa soltó una carcajada, y con una amable y cariñosa sonrisa dijo- Tranquila Catalina, siempre se puede esconder, además no es nada malo. Si quieres también te pongo 20 rosquillas para ti, invita la casa.

-Muchísimas gracias, pero prefiero pagarlo. ¿Cuánto es?

-No te preocupes, lo cargaré a la cuenta del Palacete Montalbán.

-Hasta luego, Doña Tomasa

-Adiós niñas.

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Salimos de la confitería y le entregué los dulces a Catalina.

- Catalina, lleva los dulces a casa y esconde las magdalenas y las rosquillas para que mi madre no las encuentre. Yo me quedaré en el pueblo.

- Ahora mismo, señorita Elicia.


Me dí la vuelta y me dispuse a echar un vistazo a un puesto de telas. Tal vez podría hacerme un vestido.
Observé las telas hasta que una color turquesa con bordados plateados me llamó la atención.
Hasta que una voz masculina me sobresaltó.

- Vaya, vaya, ya sabía yo que nos volveríamos a encontrar señorita. Y por lo que veo, apenas han transcurrido un par de horas.

Maldita sea mi suerte. ¿Qué hacía él aquí? ¿Acaso nos habría seguido? 

- ¿Qué hace usted aquí?

- ¿Acaso no puedo buscar un sitio en el que vivir? ¿O es que piensa que le he estado siguiendo, señorita?
¿Quiere usted que le vuelva a abrazar?

Ante este comentario no pude evitar sonrojarme. ¡Definitivamente era un arrogante! Cuando el muchacho vio mi sonrojo volvió a sonreír con sorna.

- Le pongo nerviosa , y no se atreva a  negarlo, señorita Orgullosa.

- Ese no es mi nombre, señor Arrogante

Él soltó una carcajada y me preguntó- Entonces, ¿cual es su nombre mi señorita?

-Me llamo Elicia Montalbán. Y no soy su señorita.

El muy infeliz seguía con su arrogante sonrisa plasmada en su cara.

- Yo soy Rubén Ribera, un placer señorita Montalbán.

Lo que no me esperaba es que me besara la mano. Me sonrojé de nuevo. Él rió suavemente, y conectó su verde mirada con la mía. Me quedé embobada mirándole por segunda vez en el mismo día.


                                                                     
                                                                                                Continuará...



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sábado, 2 de mayo de 2015

Lo Que El Río Se Llevó.- Capítulo 2

-¿Se encuentra usted bien, señorita?

Lentamente alcé mis ojos y me encontré con  un par de ojos verdes que me miraban  entre la preocupación y la curiosidad.


Por unos instantes me quedé entre sus fuertes brazos admirando su profunda mirada. Hasta que una voz masculina me sacó de mi ensimismamiento.

-Señorita, ¿ha regresado ya de su viaje por las nubes?

Al instante noté que todo el calor de mi cuerpo se acumulaba en mis mejillas dejando ver un inminente rojo.
No sabía que decir-Y-yo...- estaba avergonzada.

El joven de los verdes ojos me dedicó una sonrisa arrogante. Entonces es cuando me dí cuenta de que estaba burlandose de mí. Inmediatamente, me solté de su abrazo y le empujé para alejarlo de mí.


-¡PERO CÓMO SE ATREVE A HABLARLE DE TAMAÑA FORMA A UNA SEÑORITA CÓMO YO! Debería de aprender unos modales.

El muy canalla solo se puso a reírse a carcajadas. Le fulminé con mi mirada. Fue cuando noté cómo iba vestido. Llevaba una camisa blanca desabrochada, aunque parecía vieja; unos pantalones negros polvorientos y un poco desgastados; unas botas de cuero oscuras que le llegaban a las rodillas y estaban manchadas de barro. 

Contemplé su rostro, tenía unas facciones fuertes pero atractivas, éstas estaban enmarcadas con su cabello castaño oscuro que lo tenía un poco largo. Era joven, a lo mejor un par de años mayor que yo. Luego recorrí su cuerpo de estatura alta, espalda ancha, abdominales fuertes, sus brazos y piernas también fuertes y musculosos, pero en armonía con el resto de su cuerpo. Su piel era morena, por el trabajo físico, supuse. Pero esto no hizo más que resaltar aún más su atractivo. Parecía un dios griego.

-¿Admirando la vista, señorita?- preguntó el muchacho con sorna.

Sacudí mi cabeza, no debería pensar en esas cosas, era una señorita, y como tal me comportaría.

- No continuaré esta conversación con usted, ya que no tiene ningún sentido hablar con alguien tan grosero como usted - respondí intentando que mi voz fuese lo más fría e indiferente.

- No creo que esa sea la razón por la que usted quiere terminar esta conversación. Si me lo permite, me atrevería a decir que le pongo nerviosa, ¿no es así, señorita correcta?

Me disponía a responder cuando la voz de Catalina me interrumpió.

-Señorita Elicia, le he estado buscando. Creí que había caído al río. Además, si no nos apresuramos llegaremos tarde a misa. Por no hablar de que su madr-

- Ya basta Catalina, ya sé a lo que te refieres. Marchémonos ya.

Catalina bajó la cabeza- Sí señorita.

Nos íbamos a dar la vuelta cuando el muchacho nos interrumpió.

-Acaso no va usted a despedirse de mí, ¿señorita?

-¿Lo conoce?- me preguntó Catalina, decidí ignorar su pregunta y fijar mi vista en el canalla.

-No merece la pena despedirse de alguien a quien no voy a volver a ver, ni tengo intención de relacionarme.- repuse.

Con esto me dí la vuelta encaminándome a la iglesia ya que era demasiado tarde como para llegar a casa a tiempo.

Mientras me alejaba, notaba como el joven clavaba su mirada en mi espalda. Y también me pareció escucharle decir "Nunca se sabe, señorita..."





                                                                                                              Continuará...





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